Pirelli Cables y Sistemas participó en su reconstrucción tras el incendio de 1994.
Como si de una sentencia celestial se tratara existe un dicho popular que afirma que «el fuego lo puede todo». Pero por encima incluso de la furia de los elementos está el espíritu del hombre. Fiel reflejo de este espíritu es el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Literalmente arrasado por las llamas el 31 de enero de 1994, este templo del arte y la cultura volvió a abrir sus puertas el mes de octubre de 1999, con la puesta en escena de la opera Turandot de Puccini.
Las obras volvieron a dotar de todo su esplendor a este teatro y supusieron además toda una serie de reformas y ampliaciones que a continuación pasaremos a analizar, destacando especialmente el enorme esfuerzo técnico en cuanto a la instalación eléctrica llevada a cabo.
Cuando ardió el Gran Teatre del Liceu el fuego no sólo se llevó una de las mas famosas salas de opera de Europa. El Liceu era para las gentes de Barcelona una representación de su propia identidad. Por eso, cuando se apagaron los últimos rescoldos, a la natural desolación del momento siguió una tajante determinación: recuperar uno de los símbolos máximos de Cataluña. Desde el primer día, movidos por un impulso idéntico, instancias públicas y particulares asumieron como un desafio este objetivo prioritario: la reconstrucción del teatro.
Desde entonces, se realizaron una serie de actuaciones imprescindibles para que este día llegara: desde la reconversión del teatro en un ente de titularidad pública hasta la aprobación del proyecto arquitectónico, pasando por opciones tan decisivas como la constitución de la Fundación del Gran Teatre del Liceu y la creación del Consejo de Mecenazgo. Y todo ello en el marco de un imperativo básico: la continuación de la actividad artística.
Acto de colocación de la primera piedra del nuevo Gran Teatre del Liceu.
Renovación
El lamentable incendio del 31 de enero de 1994 creó una situación sin retorno de lo que hasta entonces había sido un progresivo avance en la definición de un cambio radical en el Teatre del Liceu. Desde 1988 el Consorcio del Gran Teatro del Liceu había ido consolidando la idea de afrontar la renovación en profundidad de un edificio que se mostraba obsoleto en muchos aspectos tanto desde el punto de vista funcional, como de prestaciones técnicas.
El teatro tenía limitaciones que repercutían en el confort, la seguridad, eficacia y adaptación a las exigencias de los espectáculos operísticos de este final de siglo. Desde aquel dramático incendio se planteaba una necesidad urgente: recuperar el teatro en el mismo lugar, tal y como era y con una renovación importante en sus instalaciones.
Durante los dos años que duró el proceso de elaboración del proyecto los esfuerzos fueron encaminados a reconciliar tres requerimientos aparentemente incompatibles: conservar lo que se había salvado de las llamas (el vestíbulo, la escalinata y el Salón de Espejos); rehacer las partes mas emblemáticas desaparecidas, es decir, la sala con su forma y decoración y al mismo tiempo producir un edificio técnicamente actualizado, espacialmente mucho mas completo, mas grande, nuevo y actual.
Plan especial
La decisión sobre el lugar era obvia, así como la necesidad de disponer de un espacio mucho más amplio para levantar el nuevo teatro. Gracias al Plan Especial elaborado por el Ayuntamiento de Barcelona se consiguió multiplicar casi por tres la superficie disponible pasando de un edificio privado de unos 12.000 m² a un público de casi 32.000 m². El nuevo teatro mantiene el espíritu del Liceu de siempre y, además, tiene la comodidad, la eficacia, la capacidad escenográfica y las mejoras de seguridad de los teatros de ópera más modernos del mundo.
A pesar de las dificultades de acceso al espacio que ocupaba el Liceu en el casco antiguo de la ciudad, con la consiguiente falta de espacios libres para ubicar toda la maquinaria de construcción y acopio del material, la organización y coordinación de todas las empresas implicadas en la obra permitieron los trabajos de derribo, cimentación y construcción. Así, las fachadas, la torre escénica y la cubierta del Gran Teatre del Liceu dan idea de la tremenda obra que se realizó tanto en el exterior como en el interior del recinto.
Vista interior de la sala y el escenario del Liceu en obras.
La Sala
La Sala se reconstruyó exactamente con las mismas características y dimensiones, mejorando todas las instalaciones técnicas de confortabilidad, escénicas y de seguridad. La nueva Sala disponía, además, de todas las previsiones para efectos especiales de luz, grabación de producciones, efectos de sonido, etc. La nueva disposición de las butacas aumentaba la capacidad de algunos pisos y mejora las condiciones de visibilidad y acústica. El aforo global prácticamente no varió: 2.320 localidades. La fidelidad al diseño original llegaba, incluso, a reproducir las antiguas butacas de platea con su artístico bastidor de acero fundido.
También se ha pensó en las personas discapacitadas o con dificultades, que podrán acceder a todas las zonas del teatro y disponen de butacas o espacios acondicionados reservados.
Escenario
El escenario conforma el área más grande de todo el conjunto. Es el núcleo en torno al cual se ha organizado todo el nuevo edificio y está preparado para representaciones de ópera y de danza, para conciertos, así como para albergar la orquesta y el coro. Permitir alternar dos o tres títulos mediante los espacios y plataformas anexas que moverán los decorados mecánicamente. Se da la circunstancia de que estos mecanismos, los proyectores y los efectos de sonido son controlados por ordenadores centrales que permiten hacer las maniobras con mayor seguridad y agilidad.
El gran cambio estructural del nuevo teatro se produce precisamente en este área. También era la parte del proyecto más compleja y difícil. El fondo está a más de 23 metros de profundidad y, además, hay ocho espacios para guías y motorización que llegan a 40 metros. Todo esto está construido de forma que queda aislado completamente del agua, ya que el nivel freático está a 9 metros por debajo de la cávea.
Vista interior del Liceu en obras.
Ampliación
Junto a los anteriores cambios, el aumento de la superficie ha permitió también dotar al Liceu con nuevas zonas de servicios y de trabajo. El público dispone de un nuevo «foyer» (salón) bajo la Platea con una capacidad para 800 personas, y se construyó un nuevo acceso y vestíbulo por la calle St. Pau. Este nuevo espacio es de uso polivalente.
El nuevo Gran Teatre del Liceu dispone de un nuevo espacio dedicado a la venta de entradas y a actividades comerciales relacionadas con la música, la ópera y el Liceu. Al mismo se accede por La Rambla y la calle St. Pau. El teatro está dotado también de salas de ensayo individual y colectivo, camerinos totalmente equipados, una sala destinada a ensayos de escena y danza (Sala Maestro Cabanes) y diferentes talleres relacionados con la producción escenográfica.
Instalación
El reto de convertir al Liceu en el gran teatro del siglo XXI significó también un enorme esfuerzo técnico, sobre todo en lo que se refiere a la instalación eléctrica llevada a cabo. Como era de suponer en una instalación de la complejidad y de las exigencias de seguridad como la que nos ocupa, la alimentación eléctrica fue cuidada al máximo. La energía que se recibe a través de dos líneas de 25 kV era suministrada por FECSA. Estas dos líneas estaban dotadas de un sistema de conmutación automática para el caso de fallo de una de ellas.
A continuación, sigue una instalación convencional de cuatro cabinas dotadas de elementos de distribución, protección y medida, cada una de las cuales atiende a un transformador seco de 2.000 KVA, con una relación de transformación 25.000/400 V, pues ya para esta instalación se adoptó la futura tensión unificada para toda Europa de 400 V en lugar de 380 V.
Esta alimentación estaba apoyada por dos grupos electrógenos de 800 KVA, cada uno, para el caso de que fallaran las dos líneas de alimentación exterior de FECSA simultáneamente, entrarían en servicio automáticamente mediante un sistema de control por ordenador. Este control permite que la distribución de las cargas se efectúe de una manera tal que se evite un impacto súbito sobre los grupos electrógenos y que el reparto de la potencia disponible sea de tal naturaleza que se atiendan preferentemente los sectores mas críticos. Estos dos grupos están ubicados en el propio edificio del Liceu.
Cuadro General de Climatización (002).
Otra fuente de energía de la que dispone el Liceu es un Servicio de Alimentation Ininterrumpida (SAI) de 40 KVA, destinado exclusivamente a la alimentación de los equipos de control eléctrico y de climatización, y otros dos SM de 250 KVA, redundantes, que trabajan en paralelo, destinados a la alimentación de los equipos informáticos, megafonía, reacción frente al riesgo de incendio y otros servicios críticos del teatro.
El cuadro general de distribución está previsto de un embarrado de los grupos electrógenos que pueden alimentar, cuando proceda, los distintos servicios del Liceu. Los cuatro transformadores están divididos en dos grupos. Dos de ellos están destinados a lo que son los servicios generales de iluminación y climatización que pueden trabajar en paralelo.
De los otros dos, uno está destinado a la iluminación escénica, que está dotada de un sistema de regulación de la intensidad de luz, y el otro transformador alimenta la maquinaria escénica. Se procedió a esta división ya que tanto la iluminación escénica como la propia motorización de la maquinaria citada pueden introducir efectos no deseados sobre la red eléctrica. Así, los reguladores de la iluminación del escenario (Dimmers) generan armónicos en la red, lo mismo que la motorización, que dispone de motores de corriente continua, variadores de velocidad, etc.
Esta división de las instalaciones de alimentación las hace independientes de tal manera que unas no pueden perturbar a las otras. Por esta razón se procedió a separar lo que es iluminación y climatización, por un lado, de lo que es la regulación de la iluminación y maquinaria escénicas, por otro, ya que así, los propios transformadores baja/alta hacen de filtro.
Esquema unifilar.
Una historia de reformas
El origen del histórico Gran Teatre del Liceu de Barcelona se remonta al año 1847. Ese año se comienza a levantar el edificio diseñado por el arquitecto y académico Miquel Garriga i Roca en las ruinas del antiguo convento de los Trinitarios Descalzos, situado en la popular Rambla de Barcelona.
Ese primer edificio, desde un punto de vista de la tipología, se inspiraba en la forma canónica de los teatros a la italiana y más concretamente al estilo del Teatro della Scala de Milán, obra de Piermarini de 1778. Era aquel un teatro con unos espacios interiores monumentales encajados en un espacio insuficiente, rodeado de otras edificaciones, produciendo desde el exterior una apariencia poca clara de lo que pasaba en el interior.
Posteriormente colaboró en el proyecto inicial el arquitecto Josep Oriol Mestres, de quien dependió en su día la aprobación de la monumental fachada que da a la Rambla. En la tarde del 9 de abril de 1861 el teatro sufre su primer gran incendio y quedan destruidas por completo la sala y el escenario. Son notables las similitudes de aquel incendio con el de 1994, si se comparan los grabados, óleos y esbozos encontrados de aquella época, con la visión que ofrecía el teatro el día después del 31 de enero de 1994.
Tras un año de obras de reconstrucción, el teatro volvió de nuevo a abrir sus puertas con muchas reformas aún pendientes. Hubo que esperar hasta la primera década de nuestro siglo (1909), para que se llevase a cabo la gran reforma que configuraría la sala tal y como nosotros la hemos conocido en sus aspectos esenciales.
La sala del Gran Teatre del Liceu se vistió de terciopelo granate y de yesos policromados con abundancia de dorados adquiriendo un aspecto de lujo y esplendor. A partir de la gran reforma de 1909, comienza un proceso de pequeñas mejoras en el teatro que acabará con el inicio de la Guerra Civil española y la incautación por parte de la Generalitat de Cataluña, salvándolo de este modo de una destrucción segura.
En 1956 y con motivo de los festivales Wagner se vuelven a realizar obras de importancia considerable en el teatro, que se refieren a la renovación de las instalaciones, eléctricas y de seguridad, y a la reforma de la parte frontal del escenario y del foso de la orquesta.
En la década de los setenta, bajo la dirección del arquitecto Antonio Lozoya, se incorpora en el telón de boca, como único elemento decorativo, el dibujo de una «L» con hojas de laurel que con la gestión del consorcio, algunos años después, se tomó como anagrama de la institución. En la década siguiente, y con la creación del Consorcio de administraciones públicas para gestionar la institución, el teatro inicia la gran reforma del escenario. En el año 1991 se instala un complicado sistema de aire acondicionado en la sala, invisible para los espectadores. En este contexto de la nueva gestión del teatro, se inicia el proceso necesario para su ampliación y reforma.
Planta del Teatre del Liceu (1847).
Así nace el Plan Especial del Gran Teatre del Liceu que consolidará el marco legal y urbanístico necesario para la ampliación del edificio y la validación del Proyecto de Ampliación y Reforma del Gran Teatre del Liceu que inician en 1988 los arquitectos lgnasi de Sola-Morales, Lluís Dilmé y Xavier Fabré, y que, en 1994, pasa a ser el proyecto de Reconstrucción y Ampliación del Teatro.
Cableado
Es realmente complicado hablar de la cantidad concreta de cables instalados en el Liceu. Los hay de todo tipo, desde 25.000 V hasta 24 V, desde 240 mm² hasta 0,22 mm². Se puede añadir que hay decenas de miles de metros de cable instalados, de todos los tipo: de potencia, de maniobra, de control, de señalización, de comunicaciones, etc. Debido a las exigencias de seguridad del Gran Teatre del Liceu, los cables suministrados eran del tipo Afumex de Pirelli. Así, se instalaron cables del tipo Afumex 3 de 750V, Afumex X de 0,6/1 kV, además de diferentes cables Afumex Especiales para diferentes tipo de aplicaciones.
Mas del 95% de todos los cables se instalaron sobre bandejas, con las que se construyó una amplia y extensa red de canalización, totalmente interconectada, debido a que no solo se pensó en las instalaciones que había que hacer en el momento sino que se consideró que el Liceu es una entidad que estaría en constante evolución y que necesitaría pensar en futuras instalaciones, modificaciones, ampliaciones, etc., por lo que se procuró montar una especie de «red de autopistas» de bandejas en las cuales el día de mañana pudieran instalarse los cables que previsiblemente se precisarían para interconectar las diferentes salas técnicas, tanto en lo que se refiere a potencia como a control.
Emergencia
En el cuadro general había una entrada con un subembarrado para que, si se presentaba una situación de emergencia, mediante un acuerdo cerrado con FECSA, esta compañía desplazara un grupo electrógeno móvil, que se podría conectar al cuadro general de baja tensión.
En este cuadro había una entrada y unos cables que iban a dar a la fachada de la próxima calle Unión para que la unidad móvil de FECSA puediera conectarse allí mismo sin que tuviera que hacerse un tendido de cables especial hasta el cuadro general, una conexión provisional, etc. sino que ya estaba prevista esta situación.
Incluso podría darse el caso de que aquella unidad móvil de FECSA sustituyera temporalmente, o apoyase en caso de necesidad, a uno de los cuatro transformadores de alimentación.
Vista aérea del nuevo Liceu y La Rambla de Barcelona (fotomontaje).
Anti-incendios
Por lo que respecta al sistema anti-incendios, estaba dotado en primer lugar de un sistema de detección en todo el teatro, para lo que se instalaron unos 800 detectores del tipo óptico térmico. Cada uno de ellos estaba direccionado individualmente, esto es, cada detector da a la Central de detección de incendios su dirección de manera individualizada. Todo este sistema de dirección de incendios provoca una serie de acciones, por ejemplo en un red de «sprinklers» que esta repartida por todo el teatro, o en la mayor parte de todo el teatro, ya que si bien en una parte de las oficinas no la hay, esta en todo lo que es la sala de público, los vestíbulos, los pasillos, la caja escénica, la motorización superior, la motorización inferior y lo que son los pasadizos de todo el teatro de las zonas técnicas. Se puede decir que en la inmensa mayoría del edificio del teatro existe una red de proyectores de agua fijos.
La detección de incendios también tiene una acción sobre la climatización, es decir, en las zonas donde se detecta un incendio se detiene la climatización de la zona y se ordena el cierre de una serie de compuertas cortafuegos que aíslan la zona, es decir, sellan de alguna forma la zona en cuestión. Todo este sistema de detección de incendios estaba conectado a un ordenador central en el cual se registraban todas las alarmas, que se visualizaban en una pantalla gráfica en la cual se mostraba la ubicación del incendio. Este ordenador estaba conectado a su vez al ordenador del sistema de seguridad para avisar al responsable de la seguridad por si se debiera efectuar alguna acción determinada de acuerdo con el Plan de Seguridad propio del Liceu.
Continuando con el tema de detección de incendios, como consecuencia de una alarma de incendios se produce el cierre de las compuertas en la zona afectada. Se trata de puertas que están retenidas por electroimanes en los que, en el momento en que hay una detección en la zona, se corta la corriente eléctrica que alimenta a dichos electroimanes con lo que las puertas se cierran automáticamente. Aparte de esto también existe un circuito de cámaras de televisión que mantiene informada a la Sala de Control de la situación de emergencias del teatro.
Ademas de la red de «sprinklers» existe otro sistema de defensa especial contra incendios propio de los teatros, que esta constituido por un telón contra incendios situado en la boca del escenario, del cual hay dos variantes: un telón pasivo que aguanta un incendio durante un tiempo determinado y un telón activo, es decir, un telón sobre el cual se necesita que actúen una serie de rociadores de agua que le ayudan a soportar la acción del fuego durante un tiempo determinado. Aquí se ha optado, por diversos motivos, emplear la solución del telón activo, situando dos tuberías apuntadas contra el escenario y un sistema de rociadores en la parte superior de este telón de fuego. De acuerdo con los requerimientos de una ingeniería inglesa este sistema debe facilitar un caudal de diez litros por metro cuadrado y minuto, lo que supone un caudal de más de doscientos metros cúbicos por hora. En la caja escénica se incluye ademas un sistema de inhibición temporizada para evitar falsas alarmas, por ejemplo, en el caso de representaciones teatrales con humo.
El teatro cuenta también con un sistema de evacuación de humos provisto de extractores capaces de trabajar un tiempo prolongado a 400°C. Evidentemente, los extractores que han de trabajar a estas temperaturas disponen de unas líneas de alimentación eléctrica constituidas por cables especiales, que pueden soportar estas temperaturas durante el tiempo fijado. En cuanto a las canalizaciones se utilizaron bandejas metálicas para huir del PVC. En algunos casos fue imposible evitar la presencia de este producto, como puede ser en cajas de mecanismos, etc., pero se limitó a lo absolutamente imprescindible. Como ya se ha comentado anteriormente, los cables utilizados en la mayor parte de la instalación fueron del tipo AFUMEX, que no contienen PVC en su composición.
Ópera: la «summa» de todas las artes
Con cuatro siglos de existencia, la ópera es la forma de expresión artística más compleja y sofisticada que ha creado la cultura occidental. Auténtica «summa» de todas las artes, la ópera es un espacio común donde confluyen la poesía, la música instrumental y vocal, las artes plásticas y, a menudo, también la danza. De esta complejidad se deriva que sea una de las formas de actividad artística más caras y complicadas de producir que existen. Pero cuando la suma de todos estos elementos se produce de una manera perfecta, cuando todo funciona, el resultado es impresionante y asistimos a un auténtico y fascinante «espectáculo total» verdaderamente incomparable que llega mucho más allá de donde llegaría un concierto, una obra de teatro o una exposición aisladamente.
La ópera apareció en Italia a finales del siglo XVI, en la frontera entre el Renacimiento y el Barroco, como un intento de reconstruir la antigua tragedia griega de la cual se sabía que incluía partes musicales. Comenzó a desarrollarse en Florencia, dentro del llamado «Camerata Fiorentina» que agrupaba intelectuales y artistas. Unánimamente se considera hoy que «Orfeo», de Claudia Monteverdi, estrenada en 1607, es la primera gran ópera de la historia. Del tronco italiano inicial, que siempre ocuparía un espacio dominante en el mundo operístico, se derivaron en los siglos siguientes ramificaciones nacionales que llegaron a tener una personalidad definida y propia, como la alemana, la francesa o la rusa y que generaron sus propias variantes como la Zarzuela española.
En un principio el ámbito temático de la ópera primitiva se centraba casi exclusivamente en temas extraídos del mundo mitológico o de la antigüedad clásica. Con el paso de los años se fue diversificando y aparecieron óperas de tema cómico (Opera Buffa italiana), en donde aparecen ya personajes y situaciones de la vida cotidiana. La base social de la ópera también evolucionó. Y si en un principio estaba vinculada a la aristocracia, en los siglos siguientes pasó a ser el gran espectáculo de la clase social hegemónica: la burguesía.
Actualmente la ópera es una especie de laboratorio de las artes. Las más osadas investigaciones de los artistas contemporáneos en materia de escenografía o de dramaturgia a menudo las encontramos aplicadas a la ópera. En resumen, es un hecho artísticamente vivo y en plena efervescencia. Y es en el teatro del Liceu de Barcelona, heredero de la más larga tradición operística de España, donde mejor se podrá apreciar toda su resonancia.
Xavier Pujol
Jefe del Servicio Educativo del Gran Teatre del Liceu
Representación en el Liceu de «Orfeo», la primera gran ópera de la historia.
Informatización
Se podría añadir la presencia de la informatización en todas las instalaciones. Hay un Centro de Control al cual están conectados un conjunto de autómatas programables, con la unidad de control de clima, que puede actuar sobre el conjunto de las instalaciones eléctricas.
Controla la luz de las distintas salas del Liceu y todo el sistema de climatización que es un sistema muy complejo debido precisamente a que la climatización de un teatro no es nada sencilla.
También están conectados con el sistema de control de la instalación todos los ascensores del Liceu al que dan información de en qué situación de emergencia se encuentran. Así; cuando hay una alarma de incendio se da una orden al ascensor de acuerdo con la alarma.
Vista de la sala desde el fondo del escenario (en primer término una de las grúas de la obra).
Intercomunicación
Todo el funcionamiento del teatro se basa en un sistema de intercomunicación óptica y acústica, cableado e inalámbrico, que mantiene en comunicación a todo el personal del Liceu. Hay una red de microfonía y televisión propia, ajena a la red de televisión pública, que ya tiene incorporado un sistema de cableado que, en su momento, conectará con las unidades móviles, sin que las televisiones públicas tengan que extender por el teatro su propia red de cables.
Como podrá desprenderse de lo hasta ahora explicado, estamos ante una obra de enorme dimensión. Se calculaba que el tiempo total que iba a ocupar la realización de la instalación eléctrica del teatro se estimaba en un año y medio. Aquí se incluían también las obras de motorización de plataformas elevadoras del decorado, plataformas elevadoras para camiones, etc.
El escenario tiene dos plataformas elevadoras principales, que ascienden desde la cota 12 m hasta la cota 0 m, y otras plataformas secundarias integradas en las principales con un movimiento relativo respecto a las principales de tres metros. La plataforma para camiones recogen estos al nivel de la calzada y pueden bajarlos a las cotas -4; -8 y -12 metros. De esta manera, en los bajos del teatro se pueden montar los decorados de futuras representaciones que, en su momento, por medios totalmente informatizados se puede situar sobre las plataformas elevadoras y subirlos al escenario.
Se puede decir que, desde el punto de vista técnico, este teatro del siglo XXI no tiene nada que ver con el viejo Liceo de principios del siglo XX. Esta fue una de las razones de la enorme complejidad técnica de su construcción.
Cuadro General B.T (001).
Arquitectos: lgnasi de Sola-Morales, Lluís Dilmé y Xavier Fabré.
Proyecto y Dirección Facultativa: José V. Martí Estellés.
UTE ESA: EMTE, SULZER, AGELECTRIC
Gerente: Esteve Manubens.
Dirección de Instalaciones Eléctricas: José Peidro.
Técnicos de Obra Eléctrica: Dardo González y José Manuel Orgaz.
Director de Instalaciones Mecánicas: Miguel Alkorta.
Técnico de Obra Mecánica: Joan Parcet.
Sistema de Control de Instalaciones: UNITEK.
Sistema de Cableado Estructurado: AGECONTROL.