Skip to main content

Gran Canaria recuperó uno de los edificios históricos más emblemáticos de Las Palmas, el Teatro Pérez Galdós. Prysmian Group fue el responsable de abastecer el cableado de la obra para garantizar el buen funcionamiento de las instala­ciones y su adecuación a las normativas de seguridad.

Tras siete años de remodelación, el Pérez Galdós se mostró con un nuevo perfil que combinaba su fachada histórica con una soberbia obra de moderna arquitectura que lo transformaba en un teatro del siglo XXI, que volvió a abrir las puertas con una clara apuesta: acoger los mejores festivales musicales de la ciu­dad.

En la segunda mitad del siglo XIX, Francisco Jareño y Alarcón fue el encargado de diseñar los planos del entonces llamado Teatro Tirso de Molina. El edificio fue destruido por un incendio en 1918 y el pro­yecto de reconstrucción fue adju­dicado a Fernando Navarro y Navarro, pero la obra no llegó a ter­minarse y posteriormente la reanu­dó Miguel Martín Fernández de la Torre. Éste lo concibió como un espacio destinado a la representa­ción teatral y como teatro de ópe­ra debido a su excelente acústica.

El edificio, de estilo neorrenacen­tista, tiene tres plantas con una fachada dividida en tres alturas, en las que se combinan arcos de medio punto y vanos adintelados. El interior de esta pieza excepcio­nal de la arquitectura del espec­táculo se encuentra decorado con vidrieras modernistas y murales pintados por Néstor Martín Fer­nández de la Torre, el hermano del arquitecto. A lo largo de su vida, el Teatro Pérez Galdós fue objeto de diversas remodelaciones, pero en el año 2000, el desplome de una parte del emblemático Salón Saint­Saëns provocó la reacción de la ciudadanía.

Empieza la remodelación a fondo

Tras un largo camino de trámites burocráticos, a finales de 2002 se levantó la protección que afectaba al edificio y, posteriormente, las administraciones afectadas llega­ron a un acuerdo económico para sufragar el coste de las obras de remodelación. El plan de rehabilitación del teatro se centró en dos partes cla­ramente diferenciadas. Una se refería a las zonas de uso público, que coincide básicamente con la parte del edificio histórico que se conserva. En este capítulo se encuentran la prolongación a todas las plantas de las escaleras principales del teatro, la supresión de los añadidos de la fachada prin­cipal -hechos en la última reforma- y la renovación del mobiliario y de las carpinterías exteriores.

La otra parte del proyecto hacía referencia a la demolición del escenario y del cuerpo de camerinos y, posterior­mente, a la nueva construcción de las mismas estancias con unas dimensiones y una organización adecuadas para el uso de las ins­talaciones como teatro de ópera. Un equipo de arquitectos, con Carlos Díaz al frente, dirigió los tra­bajos de rehabilitación del Teatro Pérez Galdós gestionados por la sociedad municipal de urbanismo Geursa. Por su parte, Higini Arau -asesor escogido para la rehabili­tación del Liceo de Barcelona y la remodelación de La Scala de Milán- fue el encargado de elabo­rar un informe sobre la capacidad acústica del nuevo Pérez Galdós.

El coste total de las obras ascendió a 30 millones de euros, financiados a través de un acuerdo entre el Ministerio de Fomento, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria. El Ministerio de Fomento aportó 7,5 millones de euros; el cabildo grancanario, más de 3 millones de euros; el Gobierno de Canarias, otros 2 millones, mien­tras que el resto fue aportado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Un telón con historia

Una de las piezas más emblemáticas del teatro era el telón diseñado por Néstor Fernández de la Torre. Éste necesitaba ser restaurado, puesto que nunca había sido sometido a nin­gún tratamiento de limpieza desde que se confeccionó y presentaba un avanzado estado de deterioro a con­secuencia de su uso y a la exposición diaria sin ningún tipo de protección. Por todo ello, se decidió desmontar­lo, pero dadas sus dimensiones y las características de la obra, sacar el telón del recinto no fue tarea fácil y requirió el empleo de grúas de gran tonelaje.

Por este motivo, se tuvo que idear un cubículo especial para su transporte hasta la península, a los talleres de una empresa especializa­da en la rehabilitación de bienes culturales, que se haría cargo de su restauración bajo la supervisión del Instituto de Patrimonio Histórico Español.

Modernidad y seguridad en el interior

En el interior del edificio se trató la rehabilitación de la sala y de toda la zona noble, se reconstruyó la zona de techo desprendida del salón Saint-Saens y se restaura­ron sus murales en lienzo, que se encontraban muy deteriorados. En los saloncitos laterales del Saint-Saens se restauró el papel pintado, que había perdido parte de su decoración con motivos flo­rales. Las vidrieras diseñadas por Néstor Martín Fernández de la Torre y que decoraban los venta­nales del salón Saint-Saens, así como la linterna de la sala, tam­bién fueron desmontadas y some­tidas a un proceso de restauración del que se encargó el artista Juan Antonio Giraldo.

Una de las reformas más signifi­cativas del teatro fue la unión de las áreas de butacas de la zona paraí­so y general; el espacio ganado se aprovechó para habilitar un pequeño escaparate con objetos anti­guos, patrimonio del teatro. En el momento este vestíbulo se remodeló totalmente con materiales y mobi­liario modernos, pavimentos de granito pulido en blanco y negro, una nueva iluminación y aire acon­dicionado, y se complementó con unas grandes fotografías retrospectivas del edificio.

En lo que respecta a la sala prin­cipal, se trabajó para dotarla de las medidas de seguridad y las co­modidades de las que carecía. Se instaló un sistema de aire acondi­cionado oculto bajo las butacas, por lo que no se dejó visible ningu­na otra salida ni rejilla de ventila­ción. Se renovó la plataforma del patio de butacas, dotándolo un discreto sistema de balizamiento luminoso, y se redistribuyeron las butacas conforme a los nuevos anchos de pasillo exigidos por las normativas actuales: se aumentó la separación entre filas hasta los mínimos de comodidad para lograr una mejor visión del escena­rio. Se sustituyeron las viejas y deterioradas butacas por otras nuevas, manteniendo la filosofía que tradicionalmente se había segui­do en el Pérez Galdós de asientos fijos y practicables en platea y anfi­teatros, y sillas sueltas colocadas en palcos y proscenios.

En todo el edificio se mantuvo la premisa de cuidar al máximo la estética a la hora de integrar los elementos de última generación en el edificio protegido. La tec­nología, que entre otras cosas requiere la normativa de seguri­dad, se instaló de manera que respetara la estética y pasase completamente desapercibida.

De este modo, en la parte pro­tegida se instalaron focos y balizas de tamaño reducido, difu­sores de aire acondicionado de pequeña velocidad, un sistema de megafonía oculto y las últimas medidas en seguridad y protec­ción contra incendios que, entre otras muchas prescripciones, obligó a instalar un cableado de alta seguridad frente al fuego y sus efectos colaterales. Además, contó con un grupo electró­geno propio capaz de autoabas­tecer al edificio en caso de un fallo de suministro eléctrico.

La integración del teatro en su entorno

De forma paralela a la rehabilitación del edificio, se llevó a cabo la refor­ma de las proximidades del teatro, con la reordenación de la zona y la construcción de una plaza en la tra­sera del recinto. Precisamente, uno de los principales objetivos de la reforma del teatro fue la rehabilita­ción de su entorno. En él coexistían una terminal e intercambiador para varias líneas de autobuses, una parada de camiones de transporte y otra de taxis, una estación de bom­beo de aguas depuradas -subte­rránea, pero con dos grandes chimeneas de ventilación que se asomaban a la superficie -, una gasolinera con estación de servicio y unos jardines algo descuidados.

La intención prioritaria consistía en incorporar el edificio del teatro, y todo su perímetro, al área peatonal del barrio de Triana, siguiendo las directrices del plan director de reurbanización del Frente Marítimo y del Barranco Guiniguada. Otro de los objetivos de esta actuación fue resaltar y enfatizar este emblemáti­co edificio de la ciudad despejando su entorno inmediato de elementos y construcciones que pudiesen dis­torsionar su visión.

Por estos motivos, el proyecto de adecuación del entorno del teatro contempló la reposición de la red de saneamiento, la realización de todas las instalaciones necesarias para los servicios de abastecimien­to, telecomunicaciones y electri­cidad; la instalación de nuevo alumbrado público y redes de rie­go, así como la plantación de arbo­lado y el ajardinamiento de toda la zona. Las calles que confluyen en la zona del teatro también fueron renovadas y adaptadas a las nue­vas normas de accesibilidad que se habían tenido en cuenta en la obra nueva.

También se incluyó dentro de este proyecto el diseño y mon­taje de un kiosco, donde se ubica la taquilla del teatro, y la instalación de una marquesina en la parada de autobuses, obra del arquitecto catalán Óscar Tusquets, que se ca­racteriza por un diseño singular y moderno, similar a la que concibió para su instalación en el entorno del Auditorio Alfredo Kraus, también en Las Palmas.

Los cables del Pérez Galdós

En cuanto a la iluminación escénica, el Teatro Pérez Galdós contaba con una dotación suficientemente di­mensionada y estructurada para satisfacer los requerimientos de cada producción. Se instalaron 500 circuitos independientes de más de un millón de watios, así como otros circuitos para televisión con el objetivo de evitar tender cableados por entre las zonas de público. La infraestructura incluía, además, sis­temas de control y regulación, posiciones de iluminación múltiple y lu­minarias.

El equipamiento audiovisual del teatro se diseñó tanto para representaciones teatrales y de ópera como para conciertos electro­acústicos o variadas exhibiciones audiovisuales. La sala de ensayo, de las mismas dimensiones que el escenario, contó con su pro­pia infraestructura técnica, que quedó integrada con las del resto del recinto.

Características técnicas de la instalación

La instalación en el Teatro Pérez Gal­dós de Las Palmas de Gran Canaria supuso un esfuerzo añadido al de la propia renovación, ya que no se po­dían realizar modificaciones arquitectó­nicas en el edificio histórico. El teatro, que dispone de 1.090 localida­des, se compone de dos edificios: uno histórico y otro nuevo. Destacó el alum­brado público de la plaza colindante, realizado con leds EOUINOX de Philips, debido a su bajo consumo de potencia, su poca dispersión y su baja contaminación lumínica. La tensión primaria de la instalación se realizó por medio de una estación con dos transformadores de 1.000 kVA en bucle que transformaba la tensión de transporte de 20 kV a 400 V.

En la instalación se emplearon básicamente cables Afumex lristech de 1 kV y Afumex Firs para los servicios de emergencia, instalados según la necesidad y los requerimientos normativos bajo tubo o en bandeja. En el edificio histórico, ante la imposibilidad de modificar su estructura, se tuvo que realizar el cablea­do bajo tubo, conservando las molduras. El edificio contó con un sistema de automatización y gestión de la energía que gestionaba de forma coordinada la iluminación, la detección y extinción de incen­dios, la megafonía y el sistema de aire acondicionado.

Ficha técnica del proyecto

  • Ingeniería: delegación en Madrid del Grupo JG
  • Dirección de obra: Agustín Juárez Navarro
  • Instalador: LITE TEATRO (Cobra y Mican)
  • Superficie construida: 4.051 m(edificio histórico) 5.500 m (edificio nuevo)